domingo, septiembre 03, 2006

Cuba y su Nueva Historia



El Margen XXIX.


¿Qué dirá mañana Juanito? (Figura: Brueghel Pieter. Babel, 1530-1569. La Ciudad Ideal debía carecer de historia)

Una Colaboración de Demetrio Trucha
Descendíamos por la alguna vez resplandeciente escalera de mármol del teatro García Lorca de La Habana cuando Juanito se detuvo y me fusiló a boca de jarro:

-“coño chico, esta muchacha toca excelente, fue una velada inolvidable pero… óyeme tú, ese Mussorgsky no me gustó ná”.

Yo me estremecí como un cachorro ante su comentario ya que, desde mi humilde oído justamente los “cuadros de una exposición” habían sido ejecutados excelsamente por la pianista. Una interpretación profunda y a la vez con gracia y elegancia. En pocas palabra, unos “cuadros” que me habían hecho viajar en la galería de la imaginación.

Escaleras abajo, Juanito continuó su crítica haciendo hincapié en “esos elementos tan rusos”, quizás incluso dijo, “tan soviéticos”, que le habían llegado a irritar en su apreciación estética.

Habiendo Juanito concluido su idea debo decir que me quedé pasmado. No pude articular palabra y seguramente todo quedó sólo en un intento de balbuceo irrelevante.

Debe haber sido 1996, año en que la amistad cubano-soviética se seguía resquebrajando bajo el peso de la exigencia rusa de cada centavo de dólar por producto exportado.

En fin, nunca pude entender el vínculo entre una cosa y otra en el razonamiento de Juanito pero el caso es que, por alguna razón, a Modesto del XIX también le tocó ser defenestrado en un sector del imaginario popular cubano de entonces.

Años después recuerdo cómo en la mesa de mi casa una isleña muy cercana comentaba en la plática de sobremesa cómo “los rusos” se habían llevado de Cuba todo lo que valía. Decía que no habían dejado nada excepto uno que otro hijo de “la amistad de los pueblos” y un montón de hierros viejos que todavía andaban circulando por las calles de La Habana; “tecnología obsoleta”, como diría el comandante.

Y bueno, che, (yo me preguntaba), donde quedan los miles de muchachos que se formaron en la lomonosov, en el chaikovsky, en el kurchatov, por dar solo unos ejemplos y no meternos en cuentas de rublos y kopekas.

¿Donde quedaron aquellos años en que lo soviético era incuestionable y casi mitológico?

En ese mismo orden de ideas me viene a la mente alguno de aquellos kilométricos discursos de Fidel Castro, cuando se refería al cómo se habían puesto en pie los servicios de atención médica en la isla. Enfatizaba en la labor de los médicos cubanos, en el empuje revolucionario etc… No hubo entonces ni una sola mención acerca de los médicos y especialistas que de muchas partes del mundo acudieron a Cuba a principios de los años 60, cuando, prácticamente todo el personal clínico de la isla había cogido p’a Miami… En fin.

¿Y por que todo este anecdotario ahora? Dirá usted.

Todo esto a colación me vino cuando ayer ojeaba el diario Granma (la abue) y me topé con el artículo histórico de primera plana, “El día que Fidel cruzó a nado el Río Bravo”

Transcribo a continuación:

“Por supuesto, una profunda molestia causa a Fidel aceptar tal encuentro con Prío[1],, pues desde años atrás han sido acérrimos enemigos políticos. Pero para cumplir la promesa al pueblo de que en 1956 iniciaría la insurrección en Cuba el líder revolucionario necesita con toda urgencia el dinero para comprar las últimas armas, adquirir la embarcación para la expedición y finalmente preparar la salida. Lo obligan las circunstancias, por mucho que personalmente le duela y humille. Dicho encuentro, además, podría significar de cierta manera un compromiso, pero no tiene en esos instantes otra opción.

Años después, Fidel Castro alude de manera excepcional a tal encuentro, como "una amarga experiencia" de su vida revolucionaria. Se le presentaba una situación verdaderamente crítica, después de las detenciones y la ocupación de las armas, lo cual causó cierta decepción y provocó incluso que hasta la recaudación económica decayera. La consigna enarbolada (NR: En 1956 seremos libres o mártires) estaba en peligro de cumplirse e incluso hasta la posibilidad real de la expedición. Pero Prío entre otras cosas, deseaba ofrecerle los fondos con el propósito de humillarlo, pues siempre el líder revolucionario sostuvo la idea de que con el dinero robado a la República no se podía hacer revolución y que a las puertas de los malversadores tocarían solo después del triunfo. Y resulta profundamente amargo para Fidel tener que convertirse en un humilde indocumentado más, cruzar a nado la frontera con los Estados Unidos y entrevistarse con Prío para aceptar su ayuda.

Entre otros temas, se discute el asunto de la conspiración militar, pues ya Prío está en contacto con algunos oficiales. Pero Fidel no acepta ninguna transacción con el ejército. Recuerda Faustino que en aquella ocasión incluso Fidel invita a Prío a incorporarse a la expedición, pero este se disculpa, aduciendo que organiza otra, y se habla de su aporte económico.

Luego de asegurar Prío que coordinará sus acciones con el desembarco, Fidel se compromete finalmente a notificarle la fecha de la partida de la expedición. El ex presidente se compromete a su vez entregar a Fidel los 50 000 dólares pedidos como préstamo para la expedición. Sin embargo, la entrega de dicha suma no se efectuará en ese momento, sino posteriormente. La entrevista concluye ya de noche. “

No es mi idea editorializar ni tampoco soy historiador que conozca a detalle los pormenores del cómo se le ha suministrado la realidad y la “verdad histórica” al pueblo de Cuba durante estos casi 50 años. Sin embargo, al leer el mencionado artículo en la primera página de Granma, tuve la impresión de que los nuevos podadores de la historia empiezan a tratarla de otra forma, quizás con el fin de reinventar un futuro que se adivina incierto.

Curiosa forma de concebir la historia. ¿Que dirá mañana Juanito? Quien sabe!
Salud les desea: Demetrio Trucha

Y dice El Marge:

Consta en el imaginario habanero que durante los días de acercamiento entre la naciente democracia española y el gobierno revolucionario de cuba, un alto funcionario Ibérico preguntó al Comandante en Jefe acerca del Indio Hatuey, no porque le interesar la historia en sí, pues resultaba más o menos obvio que el tal Hatuey habría corrido idéntica suerte que los cientos de miles de aborígenes Tainos incinerados en la gran hoguera del conquistador. No, no era eso lo que intrigaba al castellano. Resultaba más bien que, estampada sobre la lata de cerveza que disponía a beberse, y más, bajo la estampa de un guerrero ataviado con plumas de faisán, brillaba el nombre Hatuey.

-“¿Dígame Comandante, y quién es éste Hatuey?” –preguntó el funcionario.

Fidel había sido tomado por sorpresa pues no imaginaba que bajo tales circunstancias alguien pudiese poner en entre dicho la concordia entre la tradición caribe y el legado conquistador, pero menos, desde luego, aquel pequeño burócrata español. El comandante se detuvo en seco, lo pensó y al fin dijo:

-“Mire amigo, ese tal Hatuey, sí, en efecto, fue un indio, un indio Taino que... –volvió a pensarlo-. Un indio Taino que decidió darse candela por problemas de personalidad”.

Eso es lo que me contaron una noche de lluvia los negros de Alta-Habana, bien marihuanos ellos cuando sus dientes de oro resplandecian en la oscuridad. Eso es lo que una noche de lluvia me dijeron los negros, bien marihuanos ellos, bien marihuanos, y con sus dientes de oro resplandecientes en la oscuridad.

[1] Carlos Prío Socarrás, ultimo presidente de Cuba elegido en comicios "democráticos?!" en 1948. El gobierno de Carlos Prío Socarrás terminó abruptamente el 10 de marzo de 1952 con el golpe militar del general Batista. Muchos cubanos recuerdan al doctor Prío como “el presidente cordial”.

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