domingo, agosto 13, 2006

¡Torito! ¡Torito!


El Margen XXIII.
¡Torito! ¡Torito! SR
El recuento voto por voto de las once mil ochocientas treinta y nueve casillas ordenado por el Tribunal Electoral (TEJPF) ha sido capaz de revelar tres cosas importantes, al menos. Primero, que el fraude “a la antigüita” no se reduce sino a un conjunto de irregularidades cuya distribución aleatoria deja sin alteración significativa el resultado ya conocido. Segundo, que el reclamo amarillo dirigido a impugnar el triunfo de Felipe Calderón por supuestas manipulaciones dolosas el día de la elección, descansa sobre argumentos (relatos) falsos. Y tercero, que el verdadero resultado de la elección –eliminados los errores circunstanciales- muy probablemente esté rondando la cifra de 250 mil votos en favor de Felipe Calderón.

“¡Dime que no! Torito ¡Dime que no!” Así gritaba La Chachita frente a no sé que clase de revelación infame en la película “Nosotros los Pobres”. Y sí, resultaba siempre cierto: su madre (Carmen Montejo) había sido puta de vocación y el padre (Pedro Infante) sólo su tío...Carpintero por añadidura. Pero ante los hechos consumados La Chachita no cejaba, al contrario, por cuenta del lloriqueo lograba La Chachita enderezar la situación y mantener a raya al Pichi, a la Chorreada... al vecindario entero. Admirable, todo, únicamente, haciendo valer su condición de desvalida. Hay que decir, no obstante, que la tal Chachita no era tan pobre-pobre ¡No! Chachita formaba parte de un obeso artesanado urbano que, con el inicio de la industrialización en los años 30 y la expansión demográfica de la Ciudad de México, comenzaba a perder su antigua posición monopolística sobre la producción y los precios del mercado. Es decir, Chachita no era más que una suerte de rémora urbana en camino de recibir salario mínimo, vestir overol y votar por el Revolucionario Institucional a lo largo de las siguientes siete décadas. Por eso chillaba La Chachita, me cae, por eso chillaba. Los lamentos, sin embargo, de nada sirvieron a Chachita. Su estatus de privilegio artesanal el viento se lo llevó.
Esta actitud chachesca (la de Chachita) en nada se relaciona, ni tiene que ver nada con la izquierda. Como nada tiene que ver, tampoco, un “programa” cuyos objetivos estratégicos consistían en llevarse la silla presidencial desde los Pinos a Palacio Nacional, perpetuar la estatización de PEMEX, eliminar impuestos a los pobres, subastar el Centro Histórico de la Ciudad de México, construir un tren bala México-Tijuana, reducir salarios a los funcionarios públicos, etc. Pero menos, mucho menos tiene que ver con la mentira y el chantaje. La tradición de la Izquierda Revolucionaria está en la ciencia, en la igualdad, en la fraternidad entre los hombres y la libertad. Nunca en el lloriqueo y en la patraña.

1 comentario:

Anónimo dijo...

NO manches ¡Genial!