miércoles, agosto 16, 2006

Antonio Negri y el fin del Estado desarrollista


El Margen XXIV. Colaboración de La Tecla Indómita.

Asistimos al fin del Estado desarrollista en América Latina, dirían Antonio Negri y Guisepe Cocco en su libro GlobAL[1]. Sostienen ahí que esta versión del nacionalismo autoritario (desarrollar desde el Estado) significó la implantación paternalista y criolla de un capitalismo de Estado que tuvo como primera consecuencia la supresión del proletariado como trabajo asalariado libre de movilidad tempo espacial. El centralismo estatalista terminó incapacitando para la libertad política a los obreros de los gremios sindicalizados. Como en la Baja Edad Media, éstos --los gremios-- se convirtieron en latas de conservas; igual que los cartistas del renacimiento holandés, peleaban por lo colectivo sólo a la medida de su gremio; nada les interesaba del otro lado de sus fronteras corporativas.

Los gremios eran en esencia cooperativas de trabajo calificado, con barreras a la entrada y secretos del oficio, titulo en heredad, trabajo privado (en colectivo) no socializado por el mercado. Terminaron haciéndose reaccionarios, por más que en su filas se produjeran de vez en vez buenos ajedrecistas y sabios de la alquimia. El neoliberalismo para Negri y Cocco, al romper las trabas corporativas del Estado desarrollista (altamente militarizado y con partido de Estado único), liberó la energía creativa del trabajo que es la base del general intellect, el trabajo cooperativo o la multitud.

Para Marx, "al ampliarse el carácter cooperativo del proceso laboral mismo, se amplía necesariamente, por consiguiente, el concepto de trabajo productivo y de su portador, el obrero productivo" (El Capital, Libro Primero, capítulo XIV). Y es de esta tesis de la que parten Negri y sus colaboradores para teorizar sobre la hegemonía del trabajo inmaterial en la fase actual del capitalismo.

Negri y Cocco sostienen en GlobAL que el neoliberalismo ha significado en el norte de México una especie de nueva fase de acumulación originaria del capital. Se piensa inevitablemente, a propósito de esta tesis, en el movimiento barzonista, aunque no en la nave de los locos necesariamente; también en las caravanas de tránsfugas en pos de la frontera, esto es, en los flujos humanos que rompen con su accionar los viejos límites del nacionalismo.

Los teóricos del Estado desarrollista (cepalianos o dependentistas, preibichianos o partidarios de Mauro Marini) dirán que de qué sirve la acumulación originaria si no se traduce en el control de la fuerza de trabajo por el capital en el proceso de producción. Poseen una idea mecánica sobre el proceso productivo; olvidan la relación marxista entre la ampliación de la cooperación del trabajo y las fronteras de lo productivo.

Pero la zona norte con hegemonía azul panista, aparte de estar escindida en monopolistas de los medios de producción y desposeídos, registra una producción generalizada de mercancías (pgm), más un control espacial y territorial absoluto y organizado de la fuerza de trabajo por el capital para la extracción de plusvalía. Y si a ello, que son las cuatro características del proceso de producción de plusvalía absoluta, agregamos que la tecnología transnacional se apoderó ya de la producción y la circulación de mercancías en esa región azul, tenemos que, ahí, la subsunción real del trabajo por el capital es motor de una revolución continua de los procesos productivos.

En este momento concreto de la historia de México --en medio de la globalización capitalista--, tenemos muchos elementos para suponer que la revolución permanente de los procesos productivos que ocurre en el norte de México de manera acelerada desde la firma del TLCAN, está siendo utilizada por el capital mundial para consumar la nueva fase de acumulación originaria del capital contra las comunidades indígenas del sur del país. Aunque ahí están Chiapas y Oaxaca para demostrar, contra los deseos de los seguidores de Gandhi, que tendrá que ser un proceso probablemente muy violento.

[1] Negri Antonio y Giuseppe Cocco (2006), GlobAL: Biopoder y Luchas en una América Latina Globalizada, Piados, Buenos Aires, Argentina.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Yo propongo que a los "iluminados" como el peje, se les contrate como plantas de luz en Ciudad Neza. Digo, es que aquí siempre nos quedamos a oscuras.