viernes, septiembre 23, 2011

Krugman y la Unión Europea (parte 2)


Krugman y la Unión Europea 2/n

Salvador Rivera.

Apuntamos en la primera parte de ese trabajo algunas ideas sobre la recomposición del centro europeo con ubicación geográfica en Alemania y la emergencia de una periferia depauperada al interior del propio espacio del Schengen; esto, como resultado final (entiéndase hasta el día de hoy) del proceso de integración europea. Con el propósito de poner las cosas en perspectiva expusimos de manera muy general el modelo de Krugman sobre los efectos del libre comercio cuando éste se verifica entre países con niveles de desarrollo desigual (en realidad un argumento propuesto originalmente por Gunnar Myrdal), modelo que anticipa la emergencia de un patrón centro-periferia para el caso de la Unión Europea. Sin embargo, explicamos también, este vaticinio resulta poco convincente ante la magnífica expansión de la producción y el consumo entre los países europeos más rezagados.


Pese a que la predicción de Krugman se limita con exclusividad al comportamiento del sector industrial, la cuestión relevante estriba en que los rendimientos se asumen como crecientes, lo cual quiere decir, poco más o menos, que la tasa media de ganancia por unidad de inversión será tendencialmente mayor en el centro que en la periferia por lo que, en un escenario de libre movilidad de bienes y factores entre países con niveles de desarrollo desigual, el capital y el trabajo siempre fluirán hacia los polos más desarrollado.


A pesar de los malos augurios, las inversiones, tercas, fluyeron en dirección contraria, esto es, desde los países ricos hacia la periferia europea y lo hicieron, además, en proporciones astronómicas, con lo que muy rápidamente los capitalistas ‘pre’ estuvieron en condiciones de ofrecer al mercado europeo algo más que aceitunas: partes especializadas para la industria aero-espacial, por ejemplo, piezas e ingeniería automotriz, servicios especializados en el renglón financiero, del ocio, agroindustria, moda, construcción, comunicaciones, educación, cultura, etc. La razón no descansaba en la voluntad filantrópica de los capitalistas alemanes o fracéses, sino en que la periferia ofrecía una extensa gama de ‘nichos de inversión’ con niveles de rentabilidad iguales o superiores al centro; mientras que el centro, ofertaba el capital ocioso suficiente para sobre-cubrir la demanda de inversión periférica. Pero no sólo eso, los encadenamientos productivos, la escala continental de la producción hacía posible que muchas localizaciones periféricas pudieran operar por debajo de los costos de transacción prevalecientes en sus propios mercados (Ronald Coase, su majestad serenísima, establece esta posibilidad cuando los costos de operación -escala- son menores que los costos en mercados abiertos -costos de transacción), pues desde esta lógica lo esencial no radica en el tamaño del sistema productivo local, sino en la organización del mismo, es decir, en la optimización de la escala global (sistemica) a través de la flexibilización de la producción local. Así las cosas, la economía europea creció en su conjunto, se diversificó, y geográficamente se des-centró (consultese al respecto la abundante bibliografía sobre la ‘organización flexibles de la producción’ en Europa: Pries, Storper, Scott, Kaplinsky, Boyer, Jürgens, Lehendorff, Schumann, Sturgeon, Banyuls, entre muchísmos otros ). Pese a todo, dijimos para finalizar, el resultado último de una Alemania fortalecida frente a una periferia depauperada, invierte tal tendencia y parece reproducir el vaticinio centro-periférico de Krugman. ¿Qué pasó entonces?.


La respuesta, en opinión de nuestra analista-especial (Anonymus) con residencia en el corazón de Europa, destaca tres diferentes razones: i.- la incorporación al espacio Euro de un número creciente de países pobres (Gracia et al) ; ii.- la apertura comercial indiscriminada (abandono de las medidas proteccionistas adoptadas por el Tratado de Roma); iii.- y la ausencia de una instancia supranacional con capacidad de tomar decisiones que respondan, rápida y de manera efectiva, al interés general (la unanimidad o el voto cualificado para la toma de decisiones, más el derecho a veto entre los 27 miembros serían los obstáculos más importantes). Pero dejemos, mejor , el contenido de la respuesta en voz de nuestra enviada:


(Europa) Esta dominada por los países ricos, porque fue creada como una unión económica de países ricos (la Unión Europea –Comunidad Europea para entonces- incluyó originalmente a los países más prospero del continente: Alemania, Francia, Italia, Reino Unido, Holanda, Bélgica, Irlanda y Dinamarca; a la que posteriormente se sumaron Grecia, España y Portugal para hacer un total de 12. Actualmente la Unión Europea cuanta con 27 miembros). Abriéndose a países europeos menos acomodados o pobres, ha aceptado, de hecho, privilegiarlos dentro del sistema hasta que lleguen a un nivel económico comparable al de los fundadores. Eso funcionó bastante bien al inicio para España y Portugal (…) En breve, Europa no tiene los recursos financieros suficientes para comprar la enorme deuda de varios países. Pero lo seguro es que, para salvar a Grecia, Europa si va a encontrar fondos. La sobrevivencia de Europa depende de eso, y no puede permitir que Grecia salga de la zona Euro. Si Grecia lo hiciera, podría salvarse sola de la crisis pero la Unión europea quedaría… muy desanimada y se podría producir el efecto « dominó».


“Otro grave problema de la Unión Europea viene de que, poco a poco, el sistema salió del modelo del Tratado de Roma (firmado en 1957 establece la libre circulación de mercancías, capitales y personas entre los seis miembros originales de la Comunidad Europea, e impone un arancel común para las mercancías llegadas de terceros países), que tenia previsto medidas de protección aduanera para proteger los países de la Unión. Como siempre lo han hecho los Estados Unidos afuera del sistema de su zona de libre intercambio.


"Y lo peor es que el sistema ya no es manejable, aun menos cuando enfrenta problemas que necesitan remedios urgentes. Unos países, incluida Francia, han votado en contra del proyecto de Constitución Europea (En Francia, en realidad, la gente votó más en contra de Sarcozy quien abanderaba el proyecto, que en contra de la Constitución). Pues dicha Constitución preveía un sistema de voto por mayoría de las dos terceras partes en el Consejo de la Unión. En este momento, tomar una decisión, cualquier sea, se necesita un voto unánime (en realidad existen tres formas de ponderación del voto al interior del Consejo de la Unión Europea: la unanimidad, la mayoría cualificada y la mayoría simple, esta última sólo reservada para cuestiones de procedimiento y la adopción del Reglamento interno). Lo que resulta casi imposible cuando votan 27 países con intereses divergentes. Con 27 países que tienen todos derecho de veto, el sistema esta paralizado. Este voto unánime funcionaba muy bien cuando la Unión tenia sólo 12 miembros, después todo se complico.¨


Hasta aquí nuestra corresponsal Anonymus. Y así, dejaremos para la siguiente entrega mi propia opinión sobre las causas de la crisis europea.

sábado, septiembre 10, 2011

Krugman y la Unión Europea


Krugman y la Unión Europea

Salvador Rivera

Con la renuncia de Jürguen Stark a la jefatura del Banco Central Europeo, los duros capitalistas alemanes, los de adeveras rudos del Bundesbank y el Finanzkapital, los liberales del FPD y socialcristianos de la CSU, han asestado un bofetón sonoro a los otros capitalistas manirrotos que piensan que la autoridad monetaria europea debe seguir prestando a los países quebrados; y es que, vamos, en ninguna casa de apuestas con algo de reputación se aceptaría tal cosa, antes, los desfondados deben pagar para seguir jugando.


- ¿Pero cómo, si por definición el quebrado está impedido de comprar, perdón, de pagar? –pregunta una gordita rubia de aspecto bonachón.

- Vaya, pues bien se notan sus inclinaciones igualitarias –responde Henkel-, el quebrado no podrá pagar, efectivamente, mas sólo si se le concibe como jugador, es decir, como ciudadano de la Unión de acuerdo con el Tratado de Maastricht; pero si le considera(mos) empleado del negocio, ya no según la Norma Europea sino que, digamos, la China o la Muy efectiva del norte de México y, además, con su trabajo cubrimos el importe de la deuda, pues claro que el mequetrefe nunca podrá jugar, pero sí pagar; desafortunadamente no todos somos iguales, señorita Merker.


Pero digo mal, porque en realidad no es el azar, la ‘mala suerte’ lo que llevó a la ruina a los wannabe (want to be), no, los motivos fueron otros algo más complejos (¿más complejos que el azaaaaaaaaa, ja.ja? –cuestiona el ‘posmo’). Por allá los albores de los años 90 un señor Paul Krugman, el ilustre premio Nobel de Economía de la Princeton Univercity, en un librito que luego se hice bastante celebre: “Greography and Trade’, tuvo a bien evaluar las expectativas de la unificación europea a la luz de un modelo matemático bastante complicado, pero que bien podemos aquí, con algunas licencias, esquematizar de la siguiente forma: si dos o más países con niveles de desarrollo desigual compiten sin restricciones en el mercado, el o las economías de mayo desarrollo inicial terminarán por imponer sus voluntades, mientras el resto perderá lo poco que tenía, una suerte de desertificación de la periferia frente a la opulencia de los tradicionales nodos imperiales. De esta manera, Krugman pensó que el rendimiento de las inversiones sería mayor mientras mayor fuese el stock de trabajo muerto, de obra, de músculo, de labor, de sabiduría previamente acumulada en cada país, y no a la inversa, como pensamos muchos, que las mayores ganancias siempre esperan detrás de la última línea del mercado. Y digo ‘pensamos’ porque desde luego me incluyo. La así llamada ‘globalización’ fue un evento colosal de expansión capitalista, social y territorial, millones de pre-consumidores se volvieron ‘clase media’, tuvieron acceso a su casita propia hasta con adoratorio zen (♪♪‘cuén-ta-me cómo-pasó’♪♭), muchos al automóvil, cable, Internet, al cine en casa, a la salud y educación par-ti-cu-lar, al crédito. Boyantes clasemedieros catalanes, madrileños, sevillanos de nuevo cuño, sí, pero boyantes, atiborraban los pasillos del Louvre con sus respectivas butifarras bajo el sobaco… todavía en los dosmiles. Algo así como Las Vegas o Miami para el caso mexicano. El propio asenso meteórico del kitsch, de lo posmo, constituye evidencia de la multiplicación exponencial de nuevos mercados de producción y consumo mucho más allá del los criterios ‘centrales' (Fredric Jameson et al. Sin embargo, si esto efectivamente fue así, por qué entonces, al final de la historia, el centro económico de Europa se restablece en Alemania, además, con un poder inusitado. Y por qué, dicha restauración, se verifica mediante la pauperización de la periferia. Dos asuntos que trataremos en la siguiente entrega.