1.- Woyzeck y el Populismo. SR
Me hubiese gustado hablar en esta oportunidad sobre cosas de teatro y más específicamente de Georg Büchner, su obra maestra: Woyzeck y la puesta que Agustín Meza nos ofrece, por estos días de lluvia, en el Julio Castillo (Véase http://defecito.com/2006/06/15/woyzeck/).
Aunque no pueda ser, sólo permítaseme decir que el haber presenciado el Woyzeck de Büchner en manos de Agustín Meza, fue tanto como asistir a la representación de “Las Criadas” de Genet bajo el formato de la telenovela mexicana “Simplemente María”. Es decir, haber hecho el descenso (a rapel) desde las altas cumbres del vigor expresionista hasta los desfallecientes campos-floridos del melodrama. Pero no diré más.
O sí, sí diré más: hay en dicha distorsión el supuesto implícito que identifica las categorías de “lo pobre” o “lo popular”, con los agregados morales de bondad, pureza, honestidad, verdad, etc. Pero éste no es Büchner, ni menos Woyzeck. Johann Christian Woyzeck, un pobre peluquero alemán, habría sido juzgado y ejecutado en el año de 1824 después de pasar la navaja sobre el cuello de su señora esposa. En tanto que Büchner, joven insignia de la dramaturgia alemana, no habría hecho más que recoger la nota (roja) de entre los diarios de la época para, a través de ella, dramatizar dos de los rasgos más sobresalientes de la naturaleza del Ser...pobre. Por una parte, la irreductibilidad de la propia condición de esclavitud, en tanto los oprimidos persistan en adoptar los criterios de “verdad”, “moralidad” y “orden” emanados desde el poder. Por otra, la imposibilidad de acceder al reino de la libertad si no es a cuenta de la eliminación, por propia mano, del homúnculo-esclavo, del tirano interno que establece el derrotero fatal de la opresión. Esto es, la necesidad de la auto-supresión como la única vía para llegar a ser.
Puede decirse a contrapunto que, el Woyzeck de Meza, por populista, no es ni remotamente “popular”, si por popular se entiende la representación de “lo pobre” hacha por el pobre mismo. No, el populismo (de Meza) corresponde a la versión que el aristócrata construye respecto al desamparo y se trata, desde luego, de una interpretación lánguida, amanerada, vaporosa[1]...Pero todo quede hasta aquí, mejor vea usted la obra y, muy importante, lea el texto original (si le interesa y no lo tiene: sriveraguzman@yahoo.com.mx )
En fin, que ya se gastó mi espacio y terminaré por no decir nada acerca de lo que realmente quería decir. Sin embargo, permítame usted apuntar al menos una cosita más: el pasado 24 de agosto apareció en el diario Reforma un artículo signado por Lorenzo Meyer en cuyo encabezado se anuncian algunas “Claves” o hipótesis para explicar la naturaleza de la actual coyuntura política mexicana. Y con tal propósito Don Lorenzo arranca con la afirmación siguiente. Cito:
“Incomprensible o Inaceptable. Para algunos que observan al país desde arriba, la parte de abajo resulta políticamente incomprensible ("se volvieron locos", "siguen a un mesiánico"). Para otros que lo ven desde abajo, la parte de arriba resulta inaceptable ("corruptos sin llenaderas"). Cada vez más, "el otro" ya no es el opositor con el que se tiene y se debe negociar, sino un enemigo a destruir”
Pero resulta que nuestro profesor se equivoca de entrada: la actual coyuntura política no consiste en el enfrentamiento y consecuente polarización entre las visiones de “arriba” y de “abajo”. No, la crisis por la que atraviesa el sistema político es el resultado, principalmente, de una disputa entre los altos mandos del poder en su afán por mantener el control monopólico sobre el gran timón económico-político de un país llamado México. Para que la visión de “abajo” pudiese llegar a serlo, entonces los de “abajo” tendríamos que empezar por prescindir –tal como Woyzeck, el de Büchner- de los intermediarios, de los “facilitadotes” de la libertad. Y así, con mucha calma, mirar en dirección al techo de nuestras pobres casas para, con ello, descubrir que la inmensa gotera que chorrea en las alturas, no ha sido más el diseño de Dios. Si esta sospecha llegara a suscitarse, entonces, seguramente no habría Manuel Camacho, Marcelo Ebrard, Porfirio Muñoz, Cuauhtémoc-Lazarito Cárdenas, René Bejarano-Dolores Padierna, ni rayito de esperanza que pudiese hablar en voz de los desposeídos, porque la voz de los desposeídos es la voz de la multitud y ésta, en tiempos de posmodernidad ¡Es!... i-rre-pre-sen-ta-ble.
[1] Al respecto Edgar Estrada (edgarintilin@yahoo.com ) comenta: “Vi Woyzeck, es linda, pero Woyzeck no tendría porqué ser linda, pues es terrible, de eso habla Büchner. Un montaje "bonito", pero despojado de vida, actuaciones mutiladas, lamentables. Agustín (Meza) le metió mano al texto, Su muy poco elegante pluma intervino. ¿Es eso nuestro teatro? Los vestigios del teatro-espectáculo encauzados por un director-creador poco avezado en la hermenéutica ¿Comodidad?
La imagen al servicio de los efectos.
Ojalá y estas cosas cambien.
Cómo te extraño, Ludwik.”
El discurso de AMLO hoy en el Zócalo, nos guste o no, ha modificado la situación bruscamente. Del "sonríe, vamos a ganar" y las veladoras al régimen, el lópezobradorismo ha pasado, en menos de dos meses, al desconocimiento abierto de las instituciones que él mismo colaboró a forjar en los últimos tres lustros. Ha dicho que ya nada le importa lo que haga o deje de hacer el régimen corrupto que valida la imposición de un presidente espurio y ha llamado a la Convención Nacional Democrática para la conformación de un gobierno legítimo o, en su caso (y eso se habrá de decidir en ella), una coordinación de la resistencia. En esa misma postura de ruptura con las instituciones del Estado mexicano se ha pronunciado el radicalismo pequeñoburgués en su conjunto, de La Habana a la Antequera, aunque ello no obsta para que sus personeros perredistas, tan lejanos como están de las prácticas del internacionalismo, hayan puesto en su lugar a los cubanos y los llamen a no meterse en lo que nos les corresponde. De nuestra parte pensamos que no se puede guardar silencio ante el momento presente, así se llame uno Subcomandante Marcos o como sea...
La existencia del poder --por corrupto que éste sea-- no puede desconocerse así como así, aunque se cuente con toda la razón del mundo y se esté del lado de la justicia; de ahí que el lópezobradorismo cometerá un error mortal si procede según las palabras de su caudillo. El falló del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación en su contra será la primera advertencia en serio para que se repliegue, el primer recordatorio de que en el fondo del Estado --por más democrático que éste diga ser o sea-- aguarda agazapado el Ejército.
Quien transita del cretinismo parlamentario a un planteamiento de ruptura (que no revoucionario) ganado por la rabia frente a la burla --y en cuestión de unas cuantas semanas--, lo más probable es que esté llevando a sus seguidores a un callejón sin salida donde aguarda la represión.
La Convención Nacional Democrática, tal y como la planteó hoy AMLO, sería una enorme manifestación gigantesca para avalar al caudillo. No tendría nada de democrática. Aunque luego del fallo del Tribunal y del informe presidencial difícimente será permitida. Lo más probable es que sea el escenario de un combate desigual sin la mínima posibilidad de lograr más que chingadazos. De consumarse una situación tal, el lópezobradorismo se habrá prestado de cuerpo entero para la realización del plan panista y Marcelo Ebrard iniciará su gobierno con el Distrito Federal militarizado, según el guión que le dictó no hace mucho su asesor Giuliani.
El programa esbozado hoy por AMLO no pasa de recomendaciones sobre la moral de los funcionarios y arengas abstractas sobre la prioridad de los pobres. El punto más "audaz" relativo a la defensa del patrimonio nacional resulta una verdadera miseria keynesiana que ni siquiera se plantea la necesidad de recuperar lo que fue privatizado en los últimos 24 años, de Miguel de la Madrid a la fecha. Nosotros no lo avalamos en lo más mínimo pues no dice nada sobre la necesidad de socializar los medios de producción y suprimir al Estado por la vía de la autoorganización de los asalariados.
No somos quienes para recomendarle al lópezobradorismo que llegue a un acuerdo con Felipe Calderón y los suyos; además, no seríamos escuchados. La dirección pequeñoburguesa sabe bien que si no se la juega toda en esta ("ahora o nunca" dice AMLO) entonces fenecerá irremediablemente, ya sea en manos de los panistas insaciables, ya porque será rebasado por la Otra Campaña. En realidad, la desesperación de AMLO persigue a toda costa arrastrar detrás de sí a la izquierda revolucionaria. Pero nosotros nos deslindamos
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